El estudioso ruso expone lo que caracteriza al relato épico. En éste, sostiene, el tiempo y la ética colectiva y modélica se entrelazan.
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"El mundo del relato épico es el pasado heroico nacional, el mundo de los "comienzos" y de las "cumbres" de la historia nacional, el de los padres y los ancestros, de los "primeros" y de los "mejores". Por otro lado, no se trata --y éste es el punto esencial-- de una simple cuestión de contenido; este "pasado" no es simplemente un pasado temporal, sino también una dimensión de valor: "Tanto el cantor como su auditorio, inmanentes al género épico, se sitúan en la misma época y a un mismo nivel de valores (jerárquicos), mientras que el mundo de los héroes se halla a un nivel de tiempo y de valor completamente diferente e inaccesible, separado por una distancia épica" (449-50). "Para la concepción épica del mundo, "comienzos", "primero", "fundador" , "antepasado", "predecesor", etc. no son meramente categorías de tiempo, sino también de valor; es el grado superlativo de valor en el tiempo, tanto en lo que concierne a los individuos como a las cosas y a los acontecimientos del mundo épico: en este pasado todo está bien, y todo lo que es esencialmente bueno ("primero") se da sólo en ese pasado. El pasado absoluto épico aparece como la única fuente y principio de todo lo que es benéfico, incluso para los tiempos futuros. Así lo afirma la forma épica" (451).
Esta concepción del pasado determina también los aspectos formales de la epopeya. Su fuerza creativa es la memoria, no el conocimiento, la tradición, no la iniciativa individual: más allá del límite absoluto que lo separa del tiempo en el que viven el cantor y su auditorio, el pasado épico es completo en sí mismo, cerrado y autosuficiente. Nada se puede añadir, nada se puede modificar: "El mundo épico del pasado absoluto por su misma naturaleza es inaccesible a la experiencia personal y no admite opiniones y valoraciones personales. No se le puede ver, palpar, tocar ni percibir desde cualquier ángulo, ni verificar, analizar, ni descomponer, registrar. No existe más que como la tradición sagrada y perentoria, que implica una apreciación de alcance universal y exige una actitud reverente" (452).
Todos los géneros literarios elevados comparten las mismas características, ajustadas a sus modalidades específicas. Incluso cuando el objeto de representación es el presente, rige la misma distancia jerárquica: "La representación literaria se halla sub speccie aeternitatis. El arte literario debe representar, inortalizar tan sólo aquello que es digno de conmemorarse y preservarse en el recuerdo de la posteridad" (454). Toda la literatura clásica se construye, en definitiva, "en una zona de representación lejana, fuera de la esfera de contacto posible con el presente en devenir, incompleto y, por tanto, sujeto a reinterpretación y revisión" (453)
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Este texto está copiado de Brioschi, Franco y Di Girolamo, Costanzo. Introducción al estudio de la Literatura. Barcelona: Ariel, 2000, págs. 237-37. En el que, a su vez, se cita y glosa un fragmento de Bajtín, Mijaíl. "Relato épico y novela (Metodología del análisis de la novela)" en Problemas literarios y estéticos, La Habana: Editorial Arte y Literatura, 1986, 441-73. (Sólo los trechos entrecomillados son citas textuales de Bajtín).
Ilustración: caballería leonesa del siglo XII en Biblia románica de San Isidoro.
jueves, 22 de abril de 2010
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